29/1/08

La huella

La huella ecológica como índice de sostenibilidad –palabro que pide a gritos un post– es tan arbitrario como cualquier otro; sin embargo, es suficientemente preciso como para permitirnos cuestionar algunas de nuestras creencias.

Al parecer, son casi
tres las Españas que hacen falta para que podamos vivir los que en este país vivimos. Lo importante no es el número en sí tanto como las comparaciones que permite hacer entre nuestras creencias y la realidad, y entre realidades de distintos países –al respecto, resulta interesante un artículo de reciente publicación en el diario Público–.

Podemos preguntarnos, por ejemplo, si para reducir este índice –de tres a uno o a menos de uno– bastaría con usar bombillas de bajo consumo, electrodomésticos y vehículos más eficientes, viajar en trasporte público, apagar la tele por la noche sin usar el mando a distancia, emplear biocombustibles, aprovechar todo el potencial de energías como la eólica y la solar, siendo disciplinados en el reciclaje doméstico, y tantas otras cosas... Yo no tengo la respuesta; ahora bien, que para reducir un índice tan demoledor como el arriba mencionado se propongan justo las medidas que están a nuestro alcance debería ser suficiente para sospechar que la respuesta es no –siempre hay que sospechar cuando lo necesario es justo eso que está a nuestro alcance–.

Decía Marx que “el carácter de la sociedad está determinado por sus formas de producción”; y con la misma perspicacia advirtió que esas formas -entonces tanto como ahora- están íntimamente ligadas a “unas fuerzas industriales y científicas de las que en ninguna otra época de la historia pasada de la humanidad ni siquiera se había sospechado”. El resultado es que “una revolución continua en la producción, una conmoción interrumpida de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las demás”.

Y sin embargo, a pesar del inteligente análisis de Marx, de alguna manera han logrado convencernos –sin que opongamos demasiada resistencia, deberíamos añadir– de que basta con las pequeñas correcciones al alcance de la mano para evitar la catástrofe que algunos vaticinan.

Quizás nadie como Marx haya visto con tanta claridad el problema del sistema capitalista: que está caracterizado por una voracidad tan desmesurada como autodestructiva, y que hace tiempo que ha dejado atrás al ser humano. Es el desarrollo tecnológico –más que la tecnología en sí– el que domina al ser humano –y no a la inversa–. Todo indica que el problema no es cómo y qué consumimos, si no el hecho de que vivamos una vida supeditada a un ritmo de consumo impuesto por el desarrollo tecnológico. Y sin embargo, seguimos pensando que con poner unas bombillas de bajo consumo mañana viviremos en un mundo idéntico al de hoy...

Es cierto que aunque solo sea por que están a nuestro alcance, debemos usar esas bombillas, pero no deberíamos dejar que esto mismo nos haga perder de vista el tamaño del problema –el peligro de las “medidas verdes” es precisamente que funcionen como una distracción que impida ver el verdadero problema–.

¿Podríamos vivir en una casa tres veces más pequeñas, poner tres veces menos lavadoras, usar tres veces menos agua, hacer tres veces menos carreteras, usar tres veces menos el coche, viajar tres veces menos? ¿Son estas realmente las preguntas adecuadas?

En su
biografía sobre Marx, Francis Wheen señala el pronóstico del filósofo: al madurar el capitalismo veríamos recesiones periódicas, una dependencia cada vez mayor de la tecnología y el surgimiento de inmensas empresa cuasi monopolísticas, que extenderían sus tentáculos por todo el mundo en busca de nuevos mercados que explotar. ¿Suena familiar? Pues lo dijo hace un siglo y medio.

¿Qué tenemos que saber? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Quién tiene que contárnoslo? Necesitamos saberlo, porque sería triste pensar que, como se pregunta
Ignacio Echevarría, el desarrollo tecnológico pudiera ser tan solo el sofisticado mecanismo usado por el virus humano en su ataque contra la Tierra.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, poniendo el dedo en la llaga. Todo cierto.
Nos sentimos culpables por tener un sistema de vida consumista. Eso nos lleva a apacigüar nuestros corazones con soluciones fáciles al alcance de nuestras manos. Algunos piensan que con eso "salvan" la Tierra. Y no se dan cuenta que la Tierra se adaptará, seremos nosotros los que no.
El problema viene de que, realmente, los cálculos de contaminación "por ciudadano" están falseados, porque se divide la contaminación total, por el número de ciudadanos. Pero eso no es así. Las industrias contaminan mucho más que los hogares. Pero nosotros nos hemos dejado arrastrar por ese ritmo "industrial" en nuestros hogares.
El problema es que los gobiernos sólo buscan medidas "paliativas" no eficaces.
En Alemania, durante los mundiales de Fútbol pasados, se preveía un aumento de las emisiones durante el evento, y se apostó por invertir en reducción de contaminación en otros países, como la India. ¿Es una manera de equilibrar la balanza? Parece que sí, pero no es la solución.
Me parece muy bien que trates de luchar contra eso, no teniendo microondas... jajaja.
Felicidades.
Roberto

Lupi dijo...

Dentro de las posibilidades que circulan para poder hacer posible lo imposible (capitalismo desaforado para todos al ritmo de unos EEUU con todos los pilotos encendidos) hay una que me parece interesante: el uso de energía nuclear (o nu-ce-lar, como diría Homer J.)
Sí, está el tema de los residuos; pero no pensemos que todo tiene que gestionarse como Chernobil. De vez en cuando suceden accidentes en plantas químicas de países del Tercer Mundo que tiran p'atrás...
Aún siendo una propuesta auspiciada por el sector duro del sistema, que pretende mantener los mismos niveles de consumo energético, permitiría a países con pocos recursos propios disponer de unos recursos inalcanzables con otros sistemas: las energías renovables no dan para mantener el ritmo, así que, descartando la idea del cambio de vida global por ser una utopía inalcanzable, pensemos en su implantación.
Todo el sector verde está en contra por el riesgo de accidentes, pero si la otra alternativa es reducir el consumo de CO2, y con ello frenar irremediablemente el desarrollo de digamos Burundi, ¿no abriría eso aún más la brecha? ¿Es quizá el empeño estadounidense en controlar toda la producción de uranio mundial (veáse Irán) un medio de asegurar que no habrá acceso a una energía ilimitada para todos? ¿Existe el derecho a frenar la revolución industrial de unos países cuando Occidente ya la ha hecho?
Está la fisión, claro... A ver si me pongo un día de estos...

Director dijo...

Uno de los problemas de la energía nuclear es que no hay reservas para demasiado tiempo, hay quien dice que puede ser del orden de 40 años, con el ritmo de producción actual. Aquí hay un enlace que habla de las emisiones de CO2 de la nuclear:

http://eco.microsiervos.com/energia/emisiones-co2-energia-nuclear.html

La bitácora no está nada mal, y habla mucho de todos estos asuntos. Es un debate bastante animado.

No obstante, creo que aunque las medidas de distracción, como dices que podrían ser todas éstas que se nos vende como "al alcance de la mano", no sean capaces de frenar el auténtico problema, yo personalmente no creo que lo vayan a agravar, por muy encubierto que esté.

Y lo que es más. No creo que la incidencia de que yo ponga bombillas de bajo consumo sea realmente notable. Pero si la generación venidera se acostumbra a pensar de esa manera, se conciencia y toma medidas, aunque sean de las que están al alcance de la mano, poco a poco (y espero que lleguemos a tiempo) la mentalidad del ser humano cambiará hacia un modelo de sostenibilidad.

A veces me indigno al ver cómo padres van con sus hijos y tiran los papeles a los contenedores de basura. Ese papel en concreto no creo que arregle el mundo, pero si regularmente los llevaran a los de papel reciclado, sus hijos crecerían con ese modelo en su cabecita y terminarían reciclando por defecto.

La mano del ventrilocuo dijo...

Amigo Director, nadie discute ni los beneficios del reciclaje de papel ni los del uso de las bombillas de bajo consumo.

La cuestión que aquí se plantea es si reciclar papel es precisamente una distracción -¿interesada?- para evitar que observemos con una mirada crítica el resto de nuestros hábitos.

Por si no había quedado claro: una de las intención de este blog es cuestionar nuestras creencias -sin necesidad de alcanzar una verdad que las remplace-.

Anónimo dijo...

En "Capitalismo de cruzada" publicado en EL PAÍS el sábado pasado, J.V. Beneyto escribió:
Frente al frenesí del siempre más y a la voracidad de dinero y poder ....la Política de Civilización de Edgar Morin,...es su antónimo paradigmático.
Frente a la cantidad ...., Morin reclama calidad; en lugar de pedir más bien-estar, que con frecuencia acaba en mal-estar, Morin contrapropone bien-vivir como el más seguro compañero de la felicidad. El pensador de la complejidad nos recuerda que en la realidad contemporánea los componentes del bien y del mal se interpenetran y forman una trama interrelacionada en bucle, en la que cada uno de ellos es causa y efecto, productor y producto y en el que la fuerza revolucionaria está ya en la potencia autotransformadora de las sociedades que queríamos cambiar, en forma de contracorrientes y contratendencias.
Opuesto a la hipertecnificación que descalifica a la mayoría y que nos atomiza y separa a todos, propone la creación de nuevos ecoempleos y de trabajos solidarios, de prácticas conviviales que se opongan a la exclusión y a la soledad. La Política de Civilización es una convocatoria general a la resistencia. Desde la alimentación industrializada y la hipermedicalización hasta la destrucción del medio natural, la degradación de ciudades y barrios, y la cretinización mediática.

Director dijo...

Amiga "mano"

Ya sé que no se plantea en su anotación el beneficio de reciclar papel ni de utilizar bombillas de bajo consumo.

Como ya digo en los párrafos anteriores de mi contestación, consciente de lo que se cuestiona en su anotación, esa maniobra de distracción no tiene porqué ser perjudicial en sí misma. Puede ser perjudicial asumirla como única solución a un problema (creo que no se puede negar la existencia del problema), pero no creo que exista efectos secundarios en su aplicación.

El único sentido que se me ocurre al hecho de cuestionar nuestros hábitos es el de avanzar en tener mejores hábitos, ya que hábitos no vamos a dejar de tener. Aunque estoy también sería cuestionable..


Precisamente por eso, sin cerrar la puerta a una actitud crítica de nuestros propios hábitos encubiertos, creo que darle a actos objetivamente beneficiosos (formen parte de una maniobra consciente de distracción o no) la categoría de actividad encubridora puede estar bien para ahondar en descubrir otras cosas, pero sólo para eso.

Sin embargo, considerar que tales actos tiendan a incidir en crear una mentalidad de sostenibilidad, generación tras generación, me parece una forma más apropiada de luchar contra el "problema", toda vez que no suelen ser las fuerzas industriales las que propugnan dichas actividades. Es fantástico plantearnos si otro modelo de vida sería más adecuado, y si estaríamos dispuestos a renunciar a ciertas cosas en aras de la sostenibilidad, o incluso a redefinir cuál es el auténtico problema.

Pero llegar a ese punto, en mi opinión, pasa irremediablemente por "reciclar papel" y "utilizar bombillas de bajo consumo". Ese es el embrión del cambio de mentalidad. No creo posible una "revolución" de nuestro modo de vida sin pasar antes por ahí. A correr un maratón se llega con entrenamiento físico, una dieta adecuada y un cambio de mentalidad. Pero hacen falta las tres cosas. Apuntar hacia una de ellas no creo que sea una maniobra para no ver las otras.

Resulta obvio, al menos para mí que, de una forma o de otra, es la humanidad, construida mediante partículas "humanas" la que genera el "problema". Tratar de informar a dichas partículas de su parte de responsabilidad no me parece, en ningún caso una maniobra de distracción. Sería más fácil no decir nada.

Si hay algo que caracteriza a la sociedad de hoy, es que cada vez la información circula por más medios. Antiguamente era el boca a boca, luego los periódicos, luego los medios audiovisuales, siempre en una sola dirección (informador hacia informado) y hoy por hoy internet, y la web 2.0 totalmente interactiva, con las enormes posibilidades de cuestionar cada vez más las medidas a las que nuestro desarrollo tecnológico nos lleva, mediante el uso, creo que muy apropiado, de esa misma tecnología producto de ese desarrollo. Se podría decir que eso también da armas al enemigo. Pero yo no lo creo.

No creo que vivamos dirigidos hacia un resultado catastrófico. De igual forma, no creo que se pueda hablar de una "mano negra" que dirige la atención de las hordas hacia los contenedores azules, para que no vean que utilizar el coche para ir al centro comercial los fines de semana a comprar bombillas de bajo consumo, y de paso un snowboard, destruye los efectos de su comportamiento políticamente correcto. Podría bastar con que no se generara la conciencia de lo políticamente correcto. Esa conciencia la generan personas de carne y hueso.

No se si lo habrás leído, pero hay un libro interesante que toca un poco el mismo tema del que hablas. Se titula "Rebelarse vende. El negocio de la contracultura". Joseph Heath y Andrew Potter. Ed. Taurus. Ya me dirás que opinas si te lo lees, o si ya lo has leído.

Salu2

La mano del ventrilocuo dijo...

Amigo director, no es contracultura lo que está en venta en este post. Si hay una cultura de la tecnología –y yo creo que la hay–, este que escribe no se rebela contra ella –como tampoco se rebela contra el hábito del reciclaje–. Ya se lo digo: la tecnología es maravillosa –además de inevitable– y el reciclaje es tan necesario como pedagógico –no se porqué le parece que esto se discute–.

Tampoco yo creo en todopoderosas “manos negras”. Creo, como usted, que el mundo es el resultado de la puesta en juego de los intereses de una multitud en la que, incluso el más informado, posee solo una cantidad ínfima de información. Cuando digo “de alguna manera han logrado convencernos”, no me refiero a unos oscuros conspiradores, sino a la falta de información, a la ingenuidad, a la pereza, a –por qué no– oscuros intereses, o, lo que es más probable, a una combinación de todas ellas. Ahora bien, que nuestras creencias sean fruto de una mano negra, de la ingenuidad, de la falta de información o de la pereza, no las hace menos peligrosas.

Dicho esto, es importante distinguir entre la tecnología y el sistema económico que la origina. Por ejemplo, podríamos decir que la producción en serie de automóviles es fruto de la economía de mercado, pero los coches no son la economía de mercado. La distinción es necesaria para saber de qué estamos hablando. En breve espero ahondar más en este asunto.

Anónimo dijo...

Ja ja ja ja. Muy bueno el artículo "¿Quién cabe en el Mundo?". Lo siento pero cuando he llegado a lo de "Hay un solo país en el mundo que –por ahora al menos– tiene un desarrollo aceptable y sostenible a la vez: Cuba", entonces, no he podido más que soltar una carcajada.

La falacia de los argumentos del Global Footprint Network y del WWF, organizaciones Neomalthusianas responsables de esta broma, reside en que basándose en suposiciones no demostradas y sobretodo en EL PREJUICIO DE QUE LA PROPIA TECNOLOGÍA ES UNA FUENTE DE CONTAMINACIÓN E IMPACTO AMBIENTAL acuden al IPAT (I=PAT), donde I es una medida del impacto ambiental, P es la población, A es la riqueza, una medida para la produccion o el consumo por habitante habitualmente medida en terminos de renta per cápita y T (tecnología), es una medida del impacto por unidad de producción o consumo.

Segun el IPAT, un aumento en la población, la riqueza o la tecnología, actuaría como un multiplicador del impacto ambiental. Basados en esta ecuación , los neomalthusianos sostienen que la civilización según el modelo actual no es sustentable a largo plazo. A menos que la población decrezca, o decrezca el crecimiento económico y aplicando el principio de precaución hacia las nuevas tecnologías.

Con este aparato teórico lleno de prejuicios en marcha el resultado final es de descojono. "Cuba es el paradigma de desarrollo para la humanidad". JA JA JA. Perdón pero es que no puedo escribirlo sin reirme.

Mano del ventrílocuo: se quiera admitir o no, todas estas memeces del desarollo sostenible siguen siendo las mismas que sostuvieron Malthus, Rachel Carson, Paul Ehrlich, el Club de Roma, Al Gore, Lester Brown, Julian Simon y los abanderados del pesismismo que siguen calando en las creencias irracionales de la gente. A pesar de que todos, sin excepción, se han equivocado estrepitosamente con sus previsiones agoreras, su modo de razonar y sus prejuicios siguen vigentes con la misma fuerza que antaño: cataclismos medioambientales, catastrofes por sobrepoblación, miedo a la tecnología y poca fé en el progreso.

Ciertamente hay mucha verdad en que hay que cuestionarse las creencias y contrastarlas con la realidad (muchos chinos lo hacen estas semanas con respecto al Calentamiento Global) y cierto es que no en todos los lados la prosperidad va a más como bien saben los paises Subsaharianos o algunas ex_repúblicas Sovieticas. Pero estos altibajos no son frutos de la tecnología si no de la falta de ella y los responsables son los ladrones que gobiernan esos paises, muchos de ellos fieles creyentes en Marx.

Precisamente son los paises en vias de desarrollo y los pasises subdesarollados los que más huella ecológica dejan en sus propios territorios. Primero por que su interés inmediato es crear riqueza y por que sus tecnologías no son tan eficientes como resultan las de los paises ricos. Segundo por que es en los paises pobres donde se quema más madera como combustible, mucho menos eficiente y por lo tanto más contaminante y además responsable de la deforestación.

De todas maneras la tierra no se está desertizando; para quien esté interesado:
http://www.nasa.gov/centers/goddard/news/topstory/2003/0530earthgreen.html

La tecnología y el crecimiento económico producen problemas nuevos que ya están solucionados y otros que hay que solucionar todavía, pero todo ello con un saldo coste beneficio muy muy positivo.Sólo hay que echar un vistazo a la esperanza de vida, la mortalidad infantil, el acceso al agua potable, la educación etc.

Por cierto, he hecho el test del footprint nertwork y se necesitarían nada más y nada menos que cinco planetas para sostener una huella ecológica como la mía. JAJAJAJA.

La mano del ventrilocuo dijo...

Anónimo, incluso sin necesidad de cuestionar el método de cálculo del índice, resulta más o menos obvio que el resultado que obtiene Cuba tiene que ver más con la incapacidad del régimen para alcanzar mayores cotas de desarrollo económico que con su capacidad para alcanzar un desarrollo equilibrado. Dicho de otro modo: el resultado del test es la prueba de un fracaso, no de un éxito. Hasta ahí, de acuerdo.

Sobre el concepto de "esperanza de vida", pronto hablaremos.

Eso de que "la tecnología es una fuente de contaminación e impacto ambiental es un prejuicio", no se sostiene. Esto es un hecho, no un prejuicio -le invito a leer "El mundo sin nosotros" referido en el post del mismo nombre-. Entiendo que usted no ha querido decir esto, si no que es un prejuicio pensar que ese impacto ambiental hace inviable la supervivencia a largo plazo de la especie humana. Sobre esto sí podríamos hablar. Ahora bien, si se empeña en sostener que la tecnología no tiene impacto, por mi parte esta discusión se acaba aquí. Confundir prejuicios con evidencias es un error categoral importante.

"El principio de precaución hacia las nuevas tecnologías" lo tienen otros, no yo. Somos una civilización tecnológica y todo apunta a que el futuro es inseparable de la tecnología. Ahora bien, que mencione esto solo puede significar que aprovecha usted su intervención para discutir planteamientos de terceros -nada que objetar-, o bien que no he conseguido hacerme entender. No es el progreso tecnológico lo que aquí se cuestiona -creía que esto había quedado claro-, sino las fuerzas que lo impulsan y en qué dirección lo hacen. No soy marxista, pero creo que el análisis marxista es muy iluminador al respecto de esta cuestión -de ahí las citas del post-. Espero que pueda ilustrar mejor este punto en un post que está en preparación.

Anónimo, le invito a que siga por aquí. Cualquier foro es aburrido si todos decimos lo mismo.

Anónimo dijo...

"Ahora bien, si se empeña en sostener que la tecnología no tiene impacto, por mi parte esta discusión se acaba aquí. Confundir prejuicios con evidencias es un error categoral importante."

Si se lee mi post, se verá que jamás dije eso. Lo que si es un prejuicio es dar a entender como hace el IPAT que la tecnología tiene un impacto ambiental negativo Y SOLO NEGATIVO.

Por ejemplo: la superficie cultivada en EE.UU. era menor en el año 2004 que en 1910 y la población de este mismo país un 218% mayor. Es decir la eficiencia de los cultivos es infinitamente mayor debido a la tecnología aplicada en este sector, desde nuevas técnicas de cultivo, aplicación de pesticidas, mejoras genéticas en los alimentos, mejores técnicas de riego etc.

Teniendo en cuenta que la agricultura es uno de los factores de mayor impacto medio ambiental, el beneficio tecnológico es evidente.

Las tres ciudades grandes mas contaminadas del mundo son Nueva Delhi, Pekín y Bombay. Al parecer por la quema de cualquier cosa de la manera mas sucia e ineficiente para obtener combustible.

Según la EPA de los Estados Unidos ." El índice aglomerado de las emisiones de los seis contaminantes principales del aire se ha reducido a menos de la mitad desde 1970. Y a la vez el consumo de energía ha aumentado un 49% y los kilómetros recorridos un 177 %. "

De nuevo la tecnología ayuda a la protección del medio ambiente. Ya hay maneras de almacenar el CO2, presunto culpable del calentamiento global en extracciones de gas natural, y no sólo eso, si no que la técnica permite utilizarlo para una extracción más eficiente del crudo. Además el exceso de Co2 también se utiliza para insuflarlo en invernaderos para el crecimiento de los cultivos.

Sólo son unos pocos ejemplos que ilustran el argumento de como la técnología sí ayuda TAMBIEN a la mejora del medio ambiente. ¿Que la tecnología causa impacto ambiental del malo? Pues claro, nadie niega eso. Pero ¿ha habido algún momento enla historia de la humanidad en la que no se utilizara tecnología? ¿eran esas tecnologías limpias?¿estaban al margén del impacto medio ambiental?

El problema entonces según lo expones son las fuerzas que impulsan ese desarollo técnológico. Por mi parte creo que la tecnología es parte de la solución de los problemas medio ambientales. Espero un proximo post y gracias por la invitación.

La mano del ventrilocuo dijo...

Vale, ahora ha explicado lo del prejuicio con más precisión. Queda claro.

Me interesa el ejemplo que pone de la agricultura en los Estados Unidos, si bien me parece que nos falta información para llegar a la conclusión a la que usted llega. ¿Es la misma hoy que en 1910 la proporción entre alimentos producidos en el país, excedente, alimentos exportados y alimentos importados? Sin conocer este balance, no podemos concluir nada; al menos nada definitivo.

No diría tanto como que "el problema" sean las fuerzas que impulsan el desarrollo tecnológico. Solo pretendo hacerme preguntas al respecto de esas fuerzas y que otros me ayuden a llegar donde mis conocimientos y mi capacidad de análisis no llega -y ni lo uno ni lo otro llega muy lejos-. Luego, cada cual juzgará si el conocimiento al que se llega es un problema o no.

En fin, espero conseguir redirigir este debate al asunto de las fuerzas que determinan la dirección del "vector progreso", en lugar de distraernos en la cuestión sobre la bondad o maldad intrínseca de la tecnología, que a mí me interesa menos -sobre porque la "inevitabilidad" de la tecnología hace de este un debate más o menos estéril-.