Hace unos días pregunté a Ramón Lobo en la Casa Encendida de Madrid, si la izquierda es hoy en día tan inofensiva que el poder se siente suficientemente cómodo como para cedernos amablemente los espacios donde lo criticamos. Ponía como ejemplos dos lugares que apenas distan doscientos metros: la propia Casa Encendida (propiedad de Caja Madrid), y el no menos paradójico edificio de la Tabacalera, Centro Social Autogestionado, cedido por el Ministerio de Cultura… No se si no entendió la pregunta tal y como la formulaba, o si no le gustó. El caso es que respondió como si fuese una crítica personal. Lástima, porque creo que su blog dedica bastantes líneas a reflexionar sobre esta misma cuestión. Hace un mes de la huelga general, y ya la hemos olvidado. No tendrá ningún efecto. El gobierno sigue adelante con sus reformas, y los demás seguimos cada uno a lo nuestro. En Francia, más conscientes de lo que se avecina, los sindicatos hacen más ruido, pero sospecho que el resultado será el mismo.
En fin, todo esto viene a que he leído este texto en El País vagamente relacionado con aquella pregunta.
Y a pesar de todo, paso de desanimarme. Como se suele decir, “de derrota en derrota hasta la victoria final”.
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