En el diccionario de la Real Academia de la Lengua podemos encontrar los siguientes significados de la palabra cultura:
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Creo saber qué es un juicio crítico, pero sería incapaz de enumerar los conocimientos que permiten desarrollarlo. Tampoco sería capaz de establecer el conjunto de costumbres compartidas que constituyen el mínimo común denominador que define la cultura de un grupo. Así que, por lo que a mí respecta, el significado de la palabra cultura sigue siendo un misterio. No importa, sabemos lo importante: su sujeto. Hay una cultura del individuo y una cultura del grupo y las dos son enemigas a muerte: una libera y la otra ata.
La cultura del grupo: ¿qué ofrece el rebaño a cambio de la pertenencia? Algo más que un abrazo, algo más que protección, algo más que una porción en el reparto del pastel. Lo definitivo, lo definitorio, es esto: pertenecer es ser –de ninguna manera pensar para ser–.
Nada más fácil: entregarse para ser, dejar de ser para ser. Esta es la identificación que sostiene a la Iglesia, a la Nación, a la hinchada futbolística, a la cocina tradicional, a la empresa incluso. Todo lo demás, lo de fuera, pasa a ser “la” amenaza –o la competencia–. Por eso, cuando el solitario se aleja tan solo la distancia de un –primer– paso, no es por él por quien temen los otros, sino por ellos: ese que se aleja es ahora parte de la amenaza, es mi negación, la negación de mi verdad: si el otro es, yo no puedo ser. Por eso hay que impedir que el otro se aleje.
La fuerza del rebaño no es, como pudiera parecer, la fuerza de las costumbres, sino la imposición de las costumbres por la fuerza. Sin la tradición, todo se desmorona. Al igual que sucede con la Mafia, el rebaño primero advierte y luego castiga. Por eso le dicen al solitario: “ten cuidado, respeta la tradición y no peques, es por tu bien”. Por supuesto, será el propio rebaño el que se encargue de hacer realidad la advertencia...
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