14/6/09

Todo va bien

Todo va bien: las tiendas abastecidas, combustible en las gasolineras, colas en cines y restaurantes, se construyen nuevos edificios, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos…

Todo está bien: si quieres langosta, encontrarás langosta, si quieres una piscina de champán, tendrás una piscina de champán, si quieres un reloj por el precio de una casa, lo tendrás. Y sin embargo, en un panorama de superabundancia y riqueza –la crisis no cambia esto- hay quienes, como Yann Arthus-Bertrand, nos dicen que “es demasiado tarde para ser pesimistas”. ¿Pesimistas? El mundo cercano, inmediato, el mundo visible no nos da ninguna razón para serlo. Entonces, ¿porqué hay quien dice que hay razones para estarlo?

La frase es de Home, una espléndida película documental que nos recuerda lo absurdo de esa idea, tan arraigada en las culturas construidas sobre los cimientos de las religiones monoteístas, de que somos la especie elegida. No lo somos. Somos tan solo una más entre millones, y los lazos que unen nuestro futuro y el de esas otras especies nos son tan desconocidos como el origen y el destino del universo. Si no somos capaces de asombrarnos sin más ante la maravilla que es el planeta en el que vivimos, si no somos capaces de ver, al menos tendríamos que considerar el argumento anterior y ser más cuidadosos. No deberíamos ser tan atrevidos en nuestra relación con un mundo del que ignoramos tanto.

Se habla estos días de cambiar el “modelo productivo”, pero lo que se ofrece es un cambio de producto, no de modelo. Mientras no cuestionemos esa idea absurda del crecimiento perpetuo del producto interior bruto, seguiremos el mismo rumbo de colisión hacia la catástrofe. El cambio tiene que ser más profundo. Tenemos que repensar lo fundamental, y tenemos que empezar por nosotros mismos.

Por encima de cualquier otra cosa, lo que nos ha separado del mundo es una palabra mínima: la palabra “yo”. Sobre una palabra que tan solo pretendía distinguir la “cosa yo” de la “cosa árbol” o de la “cosa piedra”, hemos erigido el muro formidable del ego, un muro, como todos, ilusorio, un producto de la fantasía. Un muro inútil que tenemos que derribar: mientras no aprendamos a relacionarnos con nosotros mismos, no podremos hacerlo con los demás y con el mundo que nos rodea. No es tarea fácil.

Vivimos tiempos difíciles –si es que alguna vez los hubo fáciles-, y en los tiempos difíciles hacen falta referentes, personas capaces de ver y de hacer ver. Hay muchos. Yann Arthus-Bertrand lo es. También Vandana Shiva.

Esta es una muestra de sus palabras:

Home
Vandana Shiva


1 comentario:

Fernando dijo...

muy atinada tu reflexion .
Me alegra saber que continuas profundizando en el autoconocimiento .
Fernando Martin

un blog interesante
http://www.elblogalternativo.com