22/12/08
Sobre centrifugadoras e incubadoras
Entrenadores y médicos
Uno de cada tres atletas no alcanza en sus saltos los cinco metros que exige el entrenador. Este, con el objetivo de conseguir que un mayor número de ellos alcance esa marca, propone mover la línea a los cinco metros y medio.
Un médico diagnostica que lo que le pasa al paciente es que tiene mala salud.
Parte de bajas
En este país, uno de cada tres alumnos que empiezan la educación obligatoria –para entendernos, la secundaria- no titula. En otras palabras: uno de cada tres alumnos no alcanza una mínima competencia lectora ni una mínima habilidad para el razonamiento lógico-matemático.
Hay un discurso muy repetido que señala como causa de estos males a la falta de una “cultura del esfuerzo” –recuerden al médico- y a la “poca exigencia” en la evaluación –recuerden al entrenador-.
Del esfuerzo
Ya hemos formulado en otro post anterior la pregunta de si la cultura del esfuerzo es un requisito previo para el éxito en la educación, o si es un producto de la educación. Al respecto interesa saber que el informe PISA, de todos los factores que estudia, señala al entorno socioeconómico del alumno como el único del que se puede decir que tiene una relación directa con el éxito y el fracaso escolar: o sea, si un niño vive en un buen barrio, en una familia de padres con estudios, libros en las estanterías y una buena situación económica, tiene más posibilidades de éxito en su educación que si tiene unos padres sin educación, sin libros y sin dinero, y vive en un barrio pobre. No creo que nadie se sorprenda, pero conviene no perder nunca de vista esto cuando se escuchan las medidas que algunos proponen para “mejorar” la educación –no olviden nunca al entrenador-.
De la poca exigencia
Que un 4 es menos que un 6 es tan verdad en la teoría de números como falso en educación; el contexto importa:
Un alumno escolarizado por primera vez con 13 años, sin conocimientos previos de español, obtiene un 4 en un examen de lengua española un año después.
Un alumno escolarizado desde los 6 años en un centro bien dotado en lo material, con un buen proyecto educativo y un buen equipo, obtiene un 6 en un examen de lengua española a los 14 años.
En educación, un 6 puede ser menos que un 4.
A tener en cuenta cuando alguien nos presente un resultado y oculte el contexto.
Sobre centrifugadoras
¿Porqué dedicar una parte proporcionalmente más grande de los recursos a los alumnos con menor rendimiento? Mejor centrifuguemos a esos alumnos y dediquemos esos recursos a los más dotados. Aquellos a quienes esto les parece razonable, deberían saber que un 20% de los pacientes de la red sanitaria consumen el 80% de los recursos –un asunto interesante para otro post: cómo se gestionará esto en una sistema sanitario donde conviven hospitales de titularidad pública y privada: ¿adivinan en cuál de los dos tipos acabará ese 20%? ¿adivinan cómo se presentarán al público los resultados de unos y otros? De nuevo el contexto…-.
¿Qué tipo de alumnos son los que centrifugaría el sistema? Recuerden PISA… ¿Podemos permitirnos que uno de cada tres alumnos apenas sepan leer y escribir y tengan unas habilidades lógico-matemáticas deficientes? No solo podemos, es que hay quien necesita que existan ciudadanos así: pobres e ignorantes.
Sobre incubadoras
Allí donde se han puesto en práctica –o sea, allí donde se ha puesto dinero-, los programas de diversificación curricular –programas de refuerzo educativo, por no entrar en más detalles- han permitido que obtuvieran el título de educación secundaria alumnos que de otra forma tendrían muy pocas posibilidades de obtenerlo –ninguna si estudiasen en un sistema centrífugo-. Además, con reducciones significativas en la conflictividad escolar y niveles altos de satisfacción en el alumnado y el profesorado. Si hay una manera de lograr que este alumno llegue al cinco ¿porqué centrifugarlo?
Elegir
¿Quién ve las corrientes en una foto del mar? Nadie, pero están ahí. Conviene no olvidarlo cuando uno se mete en el agua. El debate sobre la educación es un debate lleno de trampas donde las cosas no son nunca lo que aparentan:
Recordemos al médico tramposo: un mal diagnóstico conduce a un mal tratamiento.
Recordemos al entrenador tramposo: un mal tratamiento empeora las cosas.
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