24/6/08

Voyeurismo blogero

¿Cuántos blogs hay? Yo apenas leo cuatro o cinco a diario y algún otro de manera esporádica. Por lo tanto, ¿para qué este blog y para quién este blog?

Servidor es de los que piensa con los dedos, así que esto vale por respuesta al para qué. Y como este para qué es casi un para uno, casi queda respondido el para quién. Sin embargo, un blog no se guarda en un cajón, así que hay que explicar qué pinta el lector en todo esto –sobre todo si decimos que no es la respuesta al para quién–.

En la escritura no hay dialéctica posible. Por supuesto que se establecen conversaciones entre, digamos, las obras de dos autores. Sin embargo se trata de un falso diálogo: un diálogo así es la confrontación de dos monólogos. Apurando el razonamiento, los blogs son, de alguna manera, una impostura: pretenden hacer creer al lector que participa, pero se trata de una participación a posteriori, o sea, de una participación que no lo es.

Uno escribe en público precisamente para silenciar al lector, para que el lector no pueda modificar lo que se dice –como sí ocurre en un diálogo hablado–. En realidad, un blog es un agujero en la pared, un ejercicio de voyeurismo desesperado: a su través, el autor accede a esas anotaciones que, si el blog fuese un libro, el lector escribiría para sí en los márgenes, y de las que el que escribe nunca tendría noticia. Así que en el blog los otros son, de alguna manera, objetos antes que actores; testigos antes que destinatarios.

Al hacer público lo escrito uno no pretende “enseñar” –una pretensión por lo demás absurda–, sino, por un lado averiguar hasta qué punto los otros leen lo que uno ha escrito –en un sentido de semejanza: ¿hasta donde lo que uno escribe es lo que otros leen?–, y por otro, hasta qué punto uno mismo ha comprendido –¿qué ven los otros que uno no ha visto?–. Cuando el bloguero responde a un comentario, ya no es el bloguero, sino un lector más. Los diálogos en el blog suceden al margen y al servicio del blog: al hacer público su texto, el bloguero solo pretende hacer avanzar su escritura.

¿Se trata de un ejercicio de exhibicionismo, de narcisismo? Creo que si hay algo en esto es impotencia: la que se siente cuando uno habla y percibe que no hay manera de llegar al otro lado, que las palabras son siempre las de uno y que son siempre para uno. La escritura no es otra cosa que el ensimismamiento que sigue a esta sensación de aislamiento, a esa dificultad insalvable. Se escribe a la desesperada, perseguido por la sospecha de que no hay forma de hacer ver que no pase antes por un exhaustivo ejercicio de comprensión en solitario. Más aún, se escribe a la desesperada perseguido por la sospecha de que ese alguien a quien hay que hacer ver es uno mismo y nadie más.

1 comentario:

Lupi dijo...

Al bloggear hacemos más patente que nunca dos de los aspectos de la Santísima Trinidad que todos llevamos dentro y de los que ya hablaba Unamuno: el yo que percibimos nosotros mismos (al escribir) y el que perciben los demás (al leernos). El tercero, el insondable, supongo que estará aquí también. A mí siempre me ha parecido que cabían dos posibilidades de acercarse al blog:

1. Narcisismo puro y duro: solo vale como nos vemos nosotros, necesitando a los demás para admirarnos.
2. Buscar ese tecer aspecto oculto, divisándolo entre las fisuras de los otros dos...

Después de esta última entrada, esto lo veo más en la segunda opción. Adelante, es un camino duro...