30/3/09

Fragmentos de un discurso

extrañeza
demonios
amor
pérdida
destino
tierra
niño
mirada
palabra

sentido

15/3/09

Intuición y Palabra

Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar.
[…]
Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro de los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún.
[…]
Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentran más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.

Teoría y juego del duende
Federico García Lorca

A pesar de que la muerte ya alcanzó a Zara –o quizás por eso mismo-, el romano Pomponio recorre las calles vacías hasta llegar a la casa de la samaritana en busca de algo que ya nunca podrá volver a tocar -la vida no es un libro en un estante-.

De una ramera ha aprendido la lección más importante: la palabra no conoce, la palabra persigue; siempre camina por detrás de lo misterioso, del duende, del amor, de la intuición… La palabra solo puede vivir cuando se ha desprendido del andamiaje, del artificio, de la técnica. Ha sido un gesto inesperado e inexplicable de Zara el que ha hecho que el romano comprenda. Un acto al margen de la palabra, al margen del lenguaje. En palabras de Pascal Quignard: “No podemos pasar por alto lo preverbal y lo prehumano sobre cuyas espaldas eso que los griegos llamaban lógos y los romanos ratio, y eso que tanto los griegos como romanos llamaban ego, no son más que moscas”.


11/3/09

El asombroso viaje de Pomponio Flato

Una vez más recorrí las calles vacías hasta alcanzar la casa de Zara la samaritana, la única persona que en muchos años de recorrer el mundo en busca de la sabiduría me había proporcionado sin pedírselo algo más valioso que el conocimiento. Quizá la famosa fuente que da el saber y acorta la vida sólo era una forma poética de describir el amor.

El Asombroso viaje de Pomponio Flato. Eduardo Mendoza. Editorial Seix Barral

6/3/09

De la mano de los hopis

Por lo visto, y a partir de sus estudios de los indios hopis, unos tales Sapir y Whorf propusieron la tesis lingüística que lleva su nombre, y que en el Dionysus de Karl Kerenyi se expresa como sigue:

La interdependencia del pensamiento y el discurso deja claro que los lenguajes no son tanto medios para expresar una verdad que ya ha quedado establecida, como medios de descubrimiento de una verdad previamente desconocida. Su diversidad es una diversidad no de sonidos y signos sino de formas de ver el mundo.

Una rápida búsqueda en Internet amenaza con arruinarme este post: por lo visto, eso de que los indios hopis no distinguen entre presente, pasado y futuro es una leyenda urbana más. Pero yo, como dicen que hacen algunos periodistas, no pienso dejar que la realidad me estropee un post: el falso mundo de los hopis merece una visita, ya lo creo que sí…

Desde que el pensamiento científico tecnológico comenzó a remontar río arriba, cual mejillón cebra, por el curso de nuestro delicado y sensible lenguaje, se nos va haciendo más y más difícil comprender algunas cosas. Ese nuevo paradigma del pensamiento va obstruyendo uno tras otro canales que necesitamos como los peces necesitan el oxígeno. Por suerte, aún nos quedan los viejos hopis y sus falsas leyendas, capaces de explicar, mucho mejor que nuestras ideas modernas, artefactos tan fascinantes como la memoria, muy debilitada a causa de la terrible contaminación que pretende equipararla con un mero registro…

Porque lo que sucede en la memoria, ¿cuándo sucede? Los falsos hopis nos indican el buen camino: la memoria no conoce pasado, presente ni futuro porque funciona como una narración sin tiempo. Como en los cuadros cubistas, en la memoria todos los tiempos suceden de manera simultanea. ¿Cómo podríamos comprender si no? ¿Cómo podríamos imaginar si no?

En la memoria, los tres tiempos son simplemente elementos que se combinan entre sí para arrojar luz los unos sobre los otros: el pasado cobra sentido –o deja de tenerlo- a partir de lo que somos hoy; el futuro es algo más que un abanico de posibilidades, un juego de descartes; es, de alguna forma, lo que hubiéramos sido a la luz lo que hemos sido.

A veces, una falsedad nos da la pista buena que nos llevará hasta la verdad…